domingo, 6 de enero de 2013

Sábanas claras, piernas tristes arañadas por las pesadillas de aquel día.
El halcón voló suspicazmente hacia mi, noto que el bosque no era mi hogar y que debía irme. ¿Por qué?, no me encontraba haciendo daño, sólo quería respirar lejos de aquellos suelos tóxicos en los que viven aquellos semejantes a mi.
No recuerdo cuantos días pasé en la oscuridad de los árboles, con la protección de las inmensas ramas coloridas y de aspecto firme, con temor del viento al hablar, con la pasividad que siempre quise encontrar en un lugar, encontrar a mi real ser.
Me fui, era lo que me correspondía, no podía quedarme, no se me era permitido, me veían como un peligro, antes personas, más bien explicado gente simplemente, parecida a mi hizo mucho daño, y eso ahí no dejaba en tranquilidad a nadie, me fui.
Lo disfruté, luego desperté y caí en la pesadilla de la vida, de la monotonía, mis manos no me respondían, mi impotencia era mas grande, mis piernas sangraban de tristeza, querían caminar sobre la tierra otra vez.